20170725

Angels of darkness



Había ángeles.
Ángeles imperfectos, ángeles que habían perdido sus alas, ángeles que se sumían despacio en la desesperación. Ángeles de almas negras, ángeles que en vez de aureolas llevaban coronas de oro reluciente sobre sus cabezas, ángeles que sonreían y lloraban y corrían de su pasado. Ángeles que maldecían su presente, ángeles que cerraban los ojos y ansiaban huir de su entorno. Ángeles golpeados, ángeles en silencio, ángeles que no sabían bien dónde estaban parados, ángeles distantes en el espacio o en el alma.
La mística nos ha cegado tanto a todos que hemos llegado a concebir a los ángeles como criaturas lejanas y perfectas, como un símbolo de la eternidad y la gracia que nunca podremos alcanzar. Al mismo tiempo están los escépticos, quienes se niegan a creer, quienes consideran que un blanco tan limpio no es posible, que un negro tan oscuro es inalcanzable. Pero todos están ciegos. Todos estamos ciegos. Los ángeles no están en el cielo, no pululan curiosos entre las nubes, no nos resguardan en ninguna infinitud incalculable, sino que están con nosotros. Nos acarician con sus risas, nos protegen con sus palabras de ánimo, nos abrazan con su comprensión silenciosa. Ellos son nuestros ángeles y nosotros somos los suyos.
Pero estos ángeles se rompen. Se quiebran, se alejan, nos dejan atrás —los dejamos atrás. Estamos tan ocupados buscando presencias perfectas en el cielo que no vemos aquello que nos resguarda en la Tierra, perdemos la noción de la calidez que nos rodea, y no nos damos cuenta de cuánta falta nos hace hasta que ella ya no está.
Había oscuridad, había tanta oscuridad. Era tan espesa que no sólo había perdido el norte y todos los puntos cardinales, me había perdido a mí misma. El aire se había vuelto tan denso que era imposible levantarse, la noche se había tragado todas las estrellas; y fueron los ángeles, esos mismos ángeles a los que tan pronto pude les di la espalda, los que me salvaron. Los que me ayudaron a juntar fuerzas y alzarme, los que me mantuvieron siempre mirando para arriba cuando todo lo que yo deseaba era desaparecer abajo para siempre. Los que me abrazaron, los que curaron mis heridas, los que me recordaron que entre todo ese dolor no estaba sola —que ellos también se perdían en la oscuridad, que ellos también querían huir lejos, que a ellos también se les cerraban los ojos y se les rendían las piernas.
Había ángeles.
Pero ya no están.
'Cause if I burn, so will you.