Hemos tenido tiempos mejores, donde la realidad era de un tono azul grisáceo, y en los que las noches se basaban en el calor de las infusiones y la magia de los mundos paralelos.
Qué lejos quedó ese mundo.
(Si hay algo que odio, es cuando la pena propia es invisible y hasta irrelevante para el otro.)
No ghosts.
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