A la noche no se puede nada más.

¿Qué nos pasó? ¿Por qué te dejé ir? ¿Por qué cambiaste tanto en un período tan corto de tiempo?

Eras mi luna. Un punto supuestamente brillante en el medio de un cielo oscuro, plagado de estrellas falsas. Eras mi razón de ser, mi mayor causa para reír, mi fuerza para ser feliz. Una voz angelical que sonaba todas las noches, en mi cabeza, antes de irme a dormir. Empezó de la forma más ridícula, y terminó del modo más doloroso. Pero es un hecho que transcurrió de la manera más bella posible. Un punto por un punto. Mi vida, mi razón de ser. Dejé todo lo que tenía por tu persona. Deposité mi corazón en tus manos e implícitamente -nuestro rasgo más característico: las indirectas- te rogué que lo cuidaras. No sé si no fui lo suficientemente clara, pero es hoy en día que sigo intentando rearmarlo. Algo me dice que me faltan partes. Como esa odiosa pieza del rompecabezas que no está y saca todo sentido al armado del mismo. Supongo que nunca podré rearmar mi corazón. Supongo que las próximas veces que ose entregárselo a alguien, tendré que explicarle por qué está en pedacitos, y advertirle que son heridas que nunca sanarán. Me pregunto si quiero que sanen.

Algunas voces me dicen que no me superaste, que es todo una cuestión más profunda de autorepresión que va más allá de mis manos. Ojalá sea así, mas lo dudo; igual puede que sea sólo porque soy algo pesimista en estas cosas.

Tengo tanto para decirte, tantas cosas para preguntarte. Mas me muerdo la lengua y te observo pasar, sufriendo en silencio.

Me gustaría saber qué decirte y qué preguntarte.

Quizás escribirlo sea más simple y me aclare un poco la mente.

¿Fue amor? ¿Realmente me querías? ¿Las palabras que decías y escribías eran ciertas? Si lo eran, ¿qué pasó después? ¿Por qué algo tan hermoso se cortó a la mitad? ¿Por qué cortaste el tallo de una rosa? Y si no lo era, ¿por qué te gastaste en mentirme tanto? ¿O era acaso que no sabías que me estabas mintiendo? ¿Tan confundida estabas? ¿Cuán confundida puede estar una persona?

¿Me superaste acaso? ¿Cómo pudiste cortar algo que era tan supuestamente profundo, en un par de segundos? ¿Por qué, entonces, me decís que me extrañás?

Porque yo nunca fui tu amiga, siempre pretendí ir más allá que eso.

Te extraño.

Realmente necesito saber la verdad.

Es decir, si te estás reprimiendo o no.