Las complicaciones surgen. Sí, lo hacen. Y nosotros debemos afrontarlas. A veces, solos. A veces, con nuestros amigos o nuestra familia. Y a veces, con todo el mundo. Se sabe o no se sabe, la gente te rodea y no sabés quién entiende lo que te pasa, quién te va a comprender y quién no. No tenés idea sobre quién te va a retar y quién va a llorar a tu lado. Tampoco sabés acerca de la fuerza de voluntad que van a tener en el momento en que les pidas ayuda, si es que se los pensás pedir.
No hay problema sin solución. No hay. Si te cruzás con algo que parece no tener solución, es o porque no la estás pudiendo ver, o porque simplemente no es un problema. Hay cosas que nosotros nos tomamos como un problema y no sólo que no lo son sino que además ni siquiera existen.
Hay que aprender a tener paciencia y esperar. A controlarse y pensar en que no estás solo. Por más de que nadie te ayude a resolver, no estás absolutamente solo porque seguro que, allá en alguna parte del mundo, hay alguien que está afrontando lo mismo y, sin siquiera saber de tu existencia, te entiende.
No ghosts.
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